domingo, 4 de enero de 2015

PERLAS DE CONOCIMIENTO IV. LEYENDA QUEL'DOREI.

Perlas de conocimiento IV


Los elfos nobles, dirigidos por Dath’Remar, abandonaron Kalimdor y desafiaron las tormentas de la Vorágine. Sus flotas recorrieron las ruinas del mundo durante muchos años, descubriendo a su paso nuevos misterios y reinos perdidos. Dath’Remar, que había adoptado el nombre Caminante del Sol (“o el que camina de día”), buscó lugares aptos para construir en ellos un nuevo hogar para su gente.

Su flota finalmente desembarcó en las playas del reino cuyos habitantes denominaron Lordearon. Tomando posiciones en tierra, los elfos nobles fundaron su sede en los tranquilos claros de Tirisfal. Transcurridos unos años, algunos de ellos empezaron a enloquecer. Existía la teoría de que bajo aquellas tierras se ocultaba una fuerza maligna, pero estos rumores nunca se confirmaron. Los elfos nobles llevaron su campamento a otra parte y se dirigieron al norte en dirección a otras tierras ricas en energías naturales.

Durante el trayecto de los elfos nobles por las escarpadas montañas de Lordaeron, el viaje se hizo cada vez más peligroso. Puesto que fueron totalmente privados de las magias del pozo de la eternidad, muchos de ellos empezaron a enfermar a causa del gélido clima o de hambre. Sin embargo, el hecho más desconcertante era que ya no eran inmortales ni inmunes a los elementos.

También encogieron de tamaño y su piel perdió la tonalidad violeta que los caracterizaba. A pesar de las penurias, conocieron maravillosas criaturas jamás vistas en Kalimdor. Así mismo encontraron tribus de humanos primitivos que cazaban en los bosques. No obstante, la mayor amenaza que los acechaba la constituían los voraces y maliciosos trols del bosque de Zul’aman.

Estos trols con piel recubierta de musgo tenían el poder de regenerar sus miembros mutilados y curar graves heridas físicas, pero conformaban, sin duda, una raza maligna y bárbara. El imperio Amani se extendió por la mayor parte del territorio del norte de Lordaeron y los trols lucharon incansablemente para mantener a los forasteros lejos de sus tierras. Los elfos desarrollaron una profunda aversión por los trols y los mataban siempre que podían.

Transcurridos unos años, los elfos nobles encontraron una tierra que les recordaba a kalimdor. En el interior del bosque que había al norte del continente, fundaron el reino de Quel’Thalas y prometieron fundar un vasto imperio que eclipsaría al de sus primos kaldorei. Desafortunadamente, Quel’Thalas había sido construida sobre una antigua ciudad trol que esta raza aun consideraba sagrada. Casi de inmediato, los trols empezaron a atacar en masa a los asentamientos de los elfos.

Los tozudos elfos, que no estaban dispuestos a ceder su nuevo territorio, utilizaron la magia que habían obtenido del pozo de la eternidad y mantuvieron a raya a los salvajes trols. Liderados por Dath’Remar, pudieron derrotar a las bandas de guerra amani, que eran diez veces más numerosas. Algunos elfos, que recordaban las antiguas advertencias de los Kaldorei, temían que el uso de la magia pudiera atraer la atención de la desterrada legión Ardiente.

Por ello, decidieron proteger sus tierras con una barrera que les permitiera seguir desarrollando sus encantamientos. Construyeron una serie de runas monolíticas en varios puntos de los alrededores de Quel’Thalas, marcando las fronteras de la barrera mágica. Las runas no solo encubrían la magia de los elfos ante amenazas interdimensionales, si no que les ayudaba a ahuyentar las supersticiosas bandas trol.
Transcurrido cierto tiempo, Quel’Thalas se convirtió en un bello monumento a los esfuerzos de los elfos nobles ya sus hazañas mágicas. Sus hermosos palacios fueron construidos siguiendo el estilo arquitectónico de las antiguas salas de Kalimdor, si bien se entremezclaban con la topografía natural de la tierra. Quel’Thalas se había convertido en una joya que los elfos siempre habían deseado crear.

A continuación, se creó la asamblea de Lunargenta, para gobernar Quel’Thalas, si bien la dinastía de los caminante del sol conservaba cierto poder político. Compuesto por siete elfos nobles mayores, la asamblea se encargo de velar por la seguridad de la tierra de los elfos y de sus gentes. Rodeados por su barrera protectora, los elfos nobles hicieron caso omiso a las advertencias de los Kaldorei y continuaron usando la magia con total libertad en todos los aspectos de su vida.

Durante unos cuatro mil años, los elfos nobles vivieron pacíficamente en su reino aislado y protegido. No obstante, los vengativos trols no se conformaban fácilmente con su derrota. Planearon su venganza en las profundidades de los bosques y esperaron a que sus tropas crecieran. Finalmente, un poderoso ejército de trols partió de los oscuros bosques y, nuevamente, sitiaron las relucientes cumbres de Quel’Thalas.

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