Perlas de conocimiento III
En la antigüedad, cuando los
titanes partieron de Azeroth, sus hijos, conocidos como los terráneos,
continuaron dando forma y vigilando los oscuros recovecos del planeta. Los
terráneos eran indiferentes a los asuntos de las razas de la superficie y solo
les interesaba sondear las lóbregas profundidades de la tierra.
Los terráneos quedaron muy
afectados tras la explosión del pozo de la eternidad que había destruido el
planeta. Al no poder recuperarse del dolor causado por la destrucción de la
tierra, los terráneos perdieron gran parte de su identidad y se encerraron en
las cámaras de piedra en las que habían sido creados inicialmente. Uldaman,
uldum, Ulduar…Eran los nombres de las antiguas ciudades de los titanes que los
terráneos habían construido al principio. Enterrados en las profundidades del
planeta, los terráneos descansaron en paz durante casi ocho mil años.
Aunque se desconoce qué fue lo
que los despertó, los terráneos confinados en Uldaman finalmente despertaron de
su sueño autoimpuesto. Se dieron cuenta que habían cambiado significativamente
durante su hibernación. Sus rocosos pelajes se habían suavizado, convirtiéndose
en tersas pieles, mientras que sus poderes sobre la piedra y la tierra habían
menguado. Se habían convertido en criaturas mortales.
Los últimos terráneos se
hicieron llamar enanos y abandonaron las salas de Ulduman para aventurarse en
el mundo de los seres despiertos. Adormecidos aun por la paz y las maravillas
de las profundidades, fundaron un vasto reino bajo la montaña más alta de la
tierra.
Lamaron a su tierra Khaz
Modan, o “Montaña de Khaz”, en honor a su creador Khaz’Goroth. Al construir un
altar para su padre titán, los enanos crearon una gran fragua en el corazón de
la montaña. Por ello, la ciudad que creció alrededor de la fragua se llamo
Forjaz.
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