viernes, 12 de septiembre de 2014

LA MARCHA DE HIERRO


AVISO: Aunque los hechos relatados en esta historia ya se pueden encontrar en la Beta de Warlords of Draenor, y en el reino público de pruebas, puede ser que haya jugadores que no quieran conocer el contenido de próximos parches hasta su salida oficial. A todos ellos les pedimos que no sigan leyendo para que su experiencia de juego no se vea alterada.

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LA MARCHA DE HIERRO

Diario de campaña de la Magistri Quelariel de Lunargenta.

Algo grave ha ocurrido. Tropas, héroes, comandantes, Horda, alianza, todos se están movilizando hacia Tierras devastadas en pro de un nuevo enemigo. Las circunstancias de lo ocurrido aun no lo sabemos. Algunos equipos de avanzada ya han llegado para explorar la zona y los nuevos enemigos.

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Finalmente hemos llegado al Desembarco Arrasado. Estamos muy al sur de las posiciones habituales de Horda y alianza. Hemos tenido que llegar mediante un portal que ha abierto la avanzadilla, ya que el portal que usualmente se utilizaba para llegar hasta el portal oscuro ha sido desbaratado. Calculo que nos encontramos al este del portal, en los acantilados sobre la costa quebrada.

Nos dirigimos hacia el comandante de la expedición, ni más ni menos, que el chaman del mundo Go’el. Thrall.

-Azeroth ha sido atacado por un enemigo despiadado que esta empeñado en dominar el mundo- Nos dice Go’el al llegar a su lado- Debemos actuar rápido si queremos detener el caos que crece a nuestro alrededor.

El mundo está al borde del colapso, de nuevo, no tenemos un respiro.

-La situación aquí es desesperada héroes, tenemos que hablar.- Go’el hizo una pausa- Nos llegaron informes de que el portal se torno rojo antes del ataque. Se hacen llamar la horda de hierro. Sus tropas están increíblemente bien equipadas y su número para inagotable. Ya han tomado el Castillo de Nethergarde y Okri’lon

¿Ya han tomado las bases de las fuerzas de vigilancia?

- A nuestros soldados de primera línea les vendría bien vuestra ayuda, héroes. Además nuestro soldados están siendo vapuleados por cañones de a horda de hierro. No sé cuanto más podrán aguantar, ya están demasiado dispersos, buscad una solución a ese problema.

Un poco apartado de Thrall esta Rokhan ¡Rokhan! Un famoso héroe de la horda y de la fundación de Orgrimmar.

-Envié al explorador Pazaztick a echar un buen vih’tazo al poh’tal. Ya debería haber vuelto pa’ informar, como es que tarda tanto. Eh’to es lo que pasa cuando contratas goblins. Id a ver si lo veis poh’ favor.

El campo de batalla es un hervidero de desigualdad. Grandes cañones de la Horda de hierro disparan proyectiles más grandes que los cañones que nuestra Horda tiene plantados en el camino que lleva a los acantilados donde tenemos la base. Los soldados de la avanzadilla llevan a cabo alguna escaramuza en la primera línea contra orcos marrones 2 veces su tamaño.

Avanzamos a través de los enemigos, eliminando a cuantos se nos aparecen. A lo lejos, en una colina vemos un gran artilugio goblin, un telescopio. Nos dirigimos hacia allí, peor a quien encontramos no es a pazaztic, si no a Khadgar… ¡Khadgar!!

-Llegue un pelín tarde, tu espía a muerto. Es peor de los que imaginaba, la invasión de la horda de hierro ha comenzado. Puedes verlo tú mismo.

Usamos el telescopio para visualizar el portal. En efecto, ya no es verde, si no rojo, y el campamento de la Horda y alianza ya no están. Han sido arrasados. Ya solo quedan mas y mas y mas y mas soldados de la Horda de hierro, y mas siguen atravesándolo. Retiramos la vista del telescopio.

-Debo informar el jefe de guerra Vol’jin- Nos dice Khadgar- Manteneos alerta héroes, se acercan tiempos oscuros.

Nos retiramos de la colina. Al menos mientras bajamos vemos que Khadgar a dado buena cuenta de los asesinos de Pazaztic. Es momento de volver al campamento y contarle a Go’el lo que hemos visto.

-Gracias héroes, por disminuir la presión sobre nuestras líneas, las tropas y tanques que habéis destruido les harán perder tiempo. Esto me hace pensar en que no hemos sido capaces de realizar ninguno de los planes de batalla. Sin duda nos espían. La horda de Hierro debe tener exploradores por todas als tierras devastadas, la victoria se nos escapa.

Antes de solventar el problema de los exploradores, el contamos a Rokhan lo que le ocurrió a su espía.

-Mala cosa. Esa Horda de hierro eh’ta causando muchos problemas por aquí. Tenemos que encontrar un modo de encargarnos de ellos.

A continuación Rokhan sigue hablando.

-Llegamos demasiado tarde…La horda de hierro ya había apresado a varios de nueh’tros guerreros. Sin duda eh’taran intentando sacah’les información. Me temo que cuando acaben el interrogatorio, los ejecuten. Se nos acaba el tiempo.

Hemos dado buena cuenta de los verdugos. Nuestros hombres han sido liberados, y por el camino hemos dado buena cuenta de los exploradores que estaban interrumpiendo las operaciones de nuestros hombres. Go’el no se a extrañado que con tantos espías no pudieran ejecutar ningún plan.

-Voy a llevar un pequeño escuadrón tras las líneas enemigas. Nos vemos en Machacaminedo héroes, allí decidiremos nuestro próximo paso.
Nos infiltramos tras las líneas enemigas. Llegamos hasta Machacamiedo, una zona de población Ogra. Encontramos a Go’el en los restos de una casucha, hablando con Okrilla.

Primero hablamos con Go’el, que nos da las gracias por haber llegado hasta allí, y nos dice que no dudaba de que lo conseguiríamos. En seguida pasa a darnos ordenes de batalla.

-Vais a tener dos misiones por delante. La hora de hierro controla Nethergarde, pero son unos estúpidos si piensan que vamos a dejar con controlen una posición tan estratégica. Mis mejores soldados están deseando derramar sangre de esos desgraciados, peor os necesitamos para que lideréis la carga. Además, es hora de que conozcamos  a sus líderes. Nuestros exploradores han identificado a unos cuantos de sus tenientes. Su ataque es demasiado organizado para tratarse solo de sabiduría tribal. Seguro que esos tenientes tienes planes de batalla secretos. Para esta misión solo puedo confiar en vosotros.

No había momento en que pudiéramos estar más decididos a machacar a la Horda de hierro, pero antes de que emprendiéramos la marcha, Okrilla nos pidió que la escucháramos.

-Cuando la Horda de hierro conquistó Nethergarde, atacamos. Aunque matamos a los que había dentro, la Horda de hierro trajo refuerzos a través del portal oscuro y conquistó okri’lon. Tantas almas arrancadas de su cuerpo por esos salvajes. No debemos olvidar a aquellos que dieron sus vidas por defender Nethergarde. Si encuentras recuerdos de los caídos, tráemelos.

Emprendemos a marcha. Llegamos a Nethergarde y lo vemos todo plagado de brutos de la Horda de hierro. Del primer teniente que damos buena cuenta es Rukah, la maquinista. Encontramos un frasco de veneno de Neka, una orca que murió defendiendo Nethergarde.

El siguiente en morder el polvo es Gar Aplastarocas. Es un bruto con muy mala leche, pero acaba derrotado como la rata que es. Encontramos el Hacha de Aitokk, otro héroe de Okri’lon. Cayó como un héroe defendiendo Nethergarde.

Encontramos a Dodrik Dedosnegros, y le enseñamos de lso que somos capaces. Un teniente más dado de baja de las filas de la Horda de Hierro. Encontramos el escudo del sobrestante Struck. Otro héroe mas que ha dejado Azeroth.

Hemos liderado el ataque a Nethergarde, hemos matado a sus tenientes y hemos recogido objetos personales de héroes fallecidos en combate. Podemos volver con Go’el.

-La horda de hierro aprenderá a temernos, como debe ser - Nos dice Go’el – Y veo que traéis planes de batalla, perfecto.

-¿habéis encontrado algo?- Nos pregunta Okrilla. Le entregamos los objetos de los caídos que hemos encontrado.

-Si los informes de batalla que traes son correctos, los ogros Machacamiedo son tan culpables de esta devastación como la horda de hierro. Es hora de enviar un mensaje a los Ogros. Parece que el principal contacto de la Horda de hierro es un gran ogro Machacamiedo llamado partedientes. Si lo matas, afectara a sus planes de guerra. En cualquier caso, hemos de demostrar a los ogros que ocurre cuando te endrentas a la verdadera Horda. Enviales un mensaje.

Okrilla estallo de furia.

-¿Que los Ogros Machacamiendo creen que nos han superado? Lo pagaran caro. Toma este veneno y échalo en su estofado de ratas. Los corroerá por dentro, lenta y dolorosamente, tal y como merecen morir.

En ningún momento dudamos que el mensaje que Go’el quiere que enviemos a los ogros es más parecido al veneno que nos ha dado Okrilla que a una nota escrita. ¿Los ogros sabrán leer?

Hemos visto presencia de la Horda de Hierro en las inmediaciones de los machacamiedo, pero eso no nos ha impedido dar buena cuenta de los ogros. Al final el mensaje a los ogros ha tenido que ser unos cuantos cadáveres despanzurrados por el suelo, y los dientes de Partedientes volando por los aires en mitad de una filotormenta. Además de unas cuantas indigestiones que ni la sal de frutas podrá solucionar, a no ser que la sal de frutas puedas devolver la vida.

-¿Partedientes yace muerto? Perfecto, creo que la Horda de Hierro le costara encontrar otro ogro lo suficientemente listo. Y es importante que nuestro enemigos sepan qué pasa si atacas a la Horda autentica, es bueno que estuvieras allí para enseñárselo.

-Ojala pudiera ver sus caras mientras sufren y se retuercen.

-Con la información que has recopilado hemos descubierto que la Horda de hierro la comanda un orco muy poderoso llamado Gar’mak bailaespada. Está atrincherado en bastión okri’lon. Si lo matas, no ganaremos la guerra, pero cortaremos las comunicaciones de la Horda de hierro. Así obtendremos tiempo para reunir más fuerzas y trazar un plan de batalla para enfrentarnos a esta nueva amenaza.

Partimos hacia Okri’lon. Está plagado de miembros de la Horda de Hierro. Nos deshacemos de todos. Aunque estaría bien que vieran como despachamos a su comandante, preferimos eliminarlos, para que no molesten.

Legamos al bastión donde se esconde Gar’mak, y con ayuda de Go’el lo quitamos del medio.

-hemos frenado a la Horda de Hierro. Pero esta guerra no acaba aquí. Me quedare aquí y seguiré con nuestros esfuerzos para contenerlos. Hay que informar al jefe de guerra de lo que hoy hemos conseguido aquí, y de lo que nos depara por delante. Lo mejor será que seáis vosotros mismos los que se lo digáis, héroes.

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